miércoles, 25 de marzo de 2015

EDUCACIÓN Y PROYECTO DE VIDA


                Educación y proyecto de vida

El ser humano transita por múltiples etapas de desarrollo desde el momento mismo de su concepción hasta su desaparición, afronta cada una según la madurez física, mental y emocional y se replantea en ciertos momentos de la vida.
Los cambios que el individuo experimente en su etapa más joven le ayudaran a cuestionarse y reinventarse para el futuro haciéndolo tomar las decisiones que enrumbarán su existencia.
Este momento de crisis, como lo llaman Alejos y Sandoval (Alejos & Sandoval, Septiembre-Diciembre de 2010) se hace presente con mucha fuerza durante la adolescencia, etapa en la que el joven se plantea las interrogantes más existencialistas a cerca de la vida y lo que hará con ella, sin embargo, no siempre los estudiantes reciben las orientaciones adecuadas al respecto, lo cual repercute directamente sobre la sociedad y su transformación, pues si no se tienen claros los lineamientos de vida, mal podrían tomarse decisiones capitales para un buen futuro, de ahí que encontremos tantas jovencitas con embarazos no deseados, o asistiendo a clases junto con sus bebes porque no tienen quien se los cuide, o los chicos que terminan formando parte de grupos delincuenciales porque creen que con el dinero que pueden obtener de actividades fraudulentas van a resolver su vida y la de sus familias, esto sucede porque no han podido definir sus intereses y propósitos en la vida.
De ahí la importancia de que el educador se forme, en un principio, en ver en retrospectiva su propia vida, sus proyectos, planes y metas, quién es, y quién quiere ser, a fin de que pueda luego tener la claridad mental, emocional y espiritual para orientar oportunamente a sus estudiantes.
Ya Sócrates decía que quien enseñaba debía ser portador de un alto ideal de vida, y tenía que formar a otros conforme a ese proyecto, creando en el espíritu del discípulo las convicciones de una vida honorable y virtuosa.
Hay que recordar, que los jóvenes son bastante influenciables, y que de no tener un proyecto de vida claro, se dejarán llevar por sus impulsos y por lo que cualquiera les diga, el síndrome de la inmediatez o el presentismo como se le ha llamado, vivir el ahora sin preocuparse por el futuro ni sus consecuencias.
“La vida adquiere mayor sentido cuando se vive con propósitos claros y sentido de contribución social…” (Pacheco Rojas, 2009), según esta afirmación, aquella persona que no tenga claro su propósito en la vida, que no se haya planteado metas y no tenga aspiraciones transitará por la vida sin sentido de pertenencia ni un norte claro, no se sentirá útil ni necesario, tampoco se comprometerá con nada ni con nadie porque no tiene ningún tipo de carga social; pero si por el contrario, en el estudiante ha nacido la inquietud de preguntarse quién es y qué quiere ser y hacer con su vida, vivirá desde ese preciso instante en pro del logro de pequeñas metas que lo enrumben hacia el propósito final.
El docente entonces debe estar atento a los indicadores que muestren la presencia de dicha motivación en los educandos, puesto que se mostrarán mas abiertos a recibir orientación durante la construcción de su propósito de vida.
Pero antes de continuar es necesario aclarar lo que es un proyecto de vida, y es este sentido Alejos y Sandoval lo definen como (Alejos & Sandoval, 2010) “El proyecto de vida, no es más que la organización y planificación individual de objetivos, inquietudes, metas personales, considerando experiencias previas y alternativas para transformar y disfrutar la vida.”, en tal sentido el proyecto de vida representa una alternativa para plantearse metas reales a corto, mediano y largo plazo.
Ahora bien, el problema se presenta cuándo el docente quiere concienciar a sus estudiantes de la significatividad de planear el rumbo de su vida, se ha dado en llamar a esta generación actual como la generación sin conciencia debido a que los jóvenes que la constituyen se interesan en vivir para el instante presente, como antes se mencionó, e incluso pareciera no importarles mucho el futuro propio y menos el del colectivo, de ahí entonces debe partir el docente que quiera asumir este reto y línea de trabajo.
El Docente debe crear espacios en el aula que propicien la reflexión en los adolescentes sobre la importancia de accionar en la vida cotidiana inspirado en metas  y un plan establecido que puedan aplicar donde se desenvuelven, a fin de lograr la formación de un individuos capaces de construir su propia visión de la sociedad, y los aportes que pueden dar desde sus potencialidades como personas, pero esto solo será posible estableciendo su propio plan de vida.
María de Jesús Martínez V. (Martínez V, Mayo de 2008) en el taller de actualización y “Orientación Vocacional, Proyecto de Vida y Toma de Decisiones en Educación Secundaria”, propone una serie de etapas para trabajar el proyecto de vida con estudiantes de secundaria entre los que se mencionan el descubrir la orientación vocacional del joven dirigido a las áreas como la profesional y laboral; etimológicamente la palabra vocación  viene del latín vocativo que significa inspiración, así que la vocación será lo que la persona siente como llamado o interés la capacidad de ser y sus inclinaciones, dicha orientación  es un gran apoyo durante proceso de la toma de decisiones como parte de un proyecto de vida, puesto que en ella se combinan las capacidades, potencialidades, intereses y limitaciones, así como sus posibilidades existentes en el medio en el que se desarrollan los estudiantes.
Esta orientación educativa constituye el conjunto de conocimientos, teorías y principios de los procesos Psicopedagógicos que fundamentan la planificación, el diseño, la aplicación y evolución de las intervenciones dirigidas al desarrollo y al cambio positivo del estudiante a lo largo de su vida y en casi todos los aspectos: profesionales, emocionales y sociales. Este proceso ofrece al estudiante las herramientas para que logre identificar y desarrollar sus intereses, aptitudes y habilidades capacitándolo para su desarrollo futuro.
Según Castro Díaz, citado por Santana y otros (Santana Vega, G., & L, 2012), “…las metas u objetivos que se plantea una persona en un determinado contexto y a una determinada edad, influyen en el proyecto de vida que llevará a cabo en un futuro próximo; asimismo el grado de satisfacción en diferentes áreas vitales estará modulado por el planteamiento de los objetivos de vida.”, éste debe comenzar a formarse desde la etapa escolar secundaria, en plena adolescencia, sin embargo ha de entenderse que la madurez y la cosmovisión del joven no siempre es la más idónea para planear su vida a largo plazo por lo cual es recomendable que su plan de vida sea constantemente revisado definiendo una meta, identificando los recursos que necesita y de los cuales dispone, establecer prioridades, ver los pros y los contras, aprender de sus propios errores y de los de terceros, e ir ajustando todo esto a medida que el estudiante va escalando en su formación escolar.
En definitiva, queda de parte de los profesionales de la docencia asumir el reto y la labor de encaminar a los futuros profesionales, hombres y mujeres de nuestra sociedad de forma proactiva e igualitaria de modo que tengamos un mundo más sano, enriquecido en valores, a la estatura de los modelos clásicos como Sócrates y Platón, personas que tengan un ideal de vida que vaya más allá de lo puramente material.

  Por: Alexandra Petrovic J.

Bibliografía

Alejos, Y., & Sandoval, E. (2010). Sicnificatividad del proyecto de vida en el estudiante de educación. Educare, 123-134.
Martínez V, M. d. (Mayo de 2008). Taller breve de Actualización. Orientación Vocacional, Proyecto de Vida y Toma de Decisiones en Educación Secundaria, (págs. 123-134). Jalisco, México.
Santana Vega, L. E., G., L. F., & L, A. S. (2012). Análisis del Proyecto de Vida del Alumnado de Educación Secundaria. REOP, Vol. 23, N° 1, 26-38.





martes, 24 de marzo de 2015

LA EDUCACIÓN Y EL AFECTO


Por: Alexandra Petrovic J.

La educación y el afecto
       El RAE (Real Academia Española, 2001) define Mentor cómo aquel que es consejero y guía, o que ejerce como ayo, persona encargada de custodiar niños o jóvenes y de cuidar de su crianza y educación, el término fue acuñado gracias a su mención en la Odisea de Homero, en la cual el consejero del joven príncipe Telémaco llevaba el nombre de Méntor, de ahí que se tome su nombre como referencia hacia aquel que orienta y guía a otro. Igualmente se conoce como mentoría a la relación entre el mentor y su discípulo o aprendiz, en la que el maestro siendo un sujeto de vasta erudición y experiencia confiere un soporte y apoyo psicosocial al mentoreado compartiendo con él sus experiencias, conocimientos y amistad.
       Cómo se ve, ya desde la antigüedad se manejaba el concepto del aprendizaje y la enseñanza gracias a una relación de mentoría de la cual los religiosos y pensadores de varias culturas hablaron, por ejemplo, los judíos veían la enseñanza como un proceso de mentoreo, en el Antiguo Testamento hay varios ejemplos, por mencionar uno se podría hablar a cerca de Moisés y Josué, Moisés como el maestro y Josué como su aprendiz, al fallecer Moisés el alumno ejercería su liderazgo aplicando todo lo que aprendió de su maestro. En el imaginario griego están los mejores ejemplos de vida aplicables a este estilo de enseñanza los más evidentes y conocidos están en la vida de Sócrates como maestro de Platón, y este a su vez de Aristóteles quién fungió como mentor de uno de los más grandes conquistadores del mundo antiguo, Alejandro Magno.
       Fue precisamente Platón quién al hablar de la enseñanza puso como ejemplo inequívoco de maestro a su mentor Sócrates, a quién por demás consideraba su amigo, y manifiesta la gran importancia de saber escoger bien al preceptor debido a que este sería quien cultive el alma del discípulo, desde entonces muchos han sido los pesadores que han apoyado a lo largo de la historia el acompañamiento pedagógico de un mentor que desarrolle un conjunto de acciones con el propósito de contribuir al aprendizaje y al proceso global de formación profesional del alumno, que en algunos casos puede tomarse también como una tutoría aunque es en realidad más compleja que ésta pues involucra una relación más familiar. En la mentoría, está presente el aspecto relacional recíproco, en el que el objetivo principal no deja de ser el crecimiento del espíritu y del alma del estudiante, una visión claramente clásica de la relación ideal entre maestro y discípulo en la educación de la virtud, pero también una visión que se ha venido perdiendo gracias a múltiples factores entre los que podrían mencionarse el ritmo vertiginoso al que se está sometido a diario, una sociedad cambiante que valora más lo material que lo espiritual, una generación con nuevos intereses distintos a los de sus generaciones predecesoras; sin embargo muy a pesar de esto las voces, como en la antigüedad clásica, se escuchan alzadas haciendo un llamado de atención a volver a los rudimentos del afecto y el amor fraternal durante las diferentes etapas del proceso de enseñanza aprendizaje, pues es necesaria una escuela para aprender a vivir, a compartir y a comunicarse.
       Para Platón no solo eran importantes los contenidos a impartir, sino la forma en cómo se darían a conocer, ese arte del maestro para llegar hasta el corazón del estudiante y trastocarlo desde dentro, desde sus emociones y sentimientos para formar al hombre superior, aquel que estará enseñado en valores de vida y para la vida.
       El ser humano a cualquier edad, pero especialmente en sus primigenios  años de vida y durante la formación de su personalidad necesita de afecto, para García  (García E. E., 2008) la emoción es científicamente comprobable pues provoca cambios físicos observables y comprobables como el aumento de las pulsaciones y la presión sanguínea, la aparición de las lágrimas y disfunciones respiratorias, la emoción es real y concreta, en la naturaleza humana primero existen las emociones y luego las palabras, primero el instinto y después la lógica, el afecto es a lo que el cerebro recurrirá cada vez que el individuo se encuentre en soledad, tristeza y pérdida, es gracias a él que los recuerdos son fijados y es absolutamente imprescindible en el desarrollo del individuo y de una sociedad sana llenar el tanque emocional a diario, sin embargo no todos pueden contar con el cuidado, la seguridad y el amor en el medio familiar, cabe entonces la pregunta: ¿y quién ha de suplir dicha necesidad?, los niños pasan más tiempo en la escuela que en la casa, se relacionan más con sus compañeros de clases que con sus hermanos de sangre, y comparten más horas del día con sus maestros que con sus padres, González (González, s.f.) afirma que es a través del afecto que el niño adquiere autoestima y desarrollará la seguridad que le permita alcanzar una autonomía personal, es de suma importancia entonces que se le brinde afecto armonioso al niño sin llegar al extremo de sobreprotegerlo o de ser permisivo con él, sino manteniendo un sano equilibrio que, como recordaremos de Pavlov, afirme y afiance las conductas operativas y sancione aquellas no operantes.
Por supuesto que lo ideal es que el niño reciba dicho afecto de sus padres, pero no debe olvidarse que el docente también se ha llamado “padre” y “madre” de sus alumnos durante mucho tiempo, sin embargo, algunos asumen este rol acercándose más al modelo represivo, aquel que corta las alas  y la confianza de sus discípulos, los que serán recordados junto a sentimientos de frustración, vergüenza e incluso odio, ¿no sería mejor que cuándo en el futuro alguien piense en sus maestros pueda evocar cariño, sinceridad y empatía?, ¿y que junto a eso vengan también a la mente las enseñanzas que de él aprendió para la vida?.
La violencia genera más violencia, no se puede pretender controlar a un grupo de estudiantes con gritos, críticas, burlas y vejaciones, estos métodos ya no funcionan con estos niños criados en medio de la explosión global, solamente empeorará las cosas.
Nuestra propuesta en cambio es distinta. Hay algo que nos quiere decir la violencia en las escuelas y que hemos dejado de escuchar en el permanente intento de extirparla de nuestros establecimientos. El límite que hemos establecido, no ha servido para frenarla… (García M. , 2005)

Ser parte de la formación de la personalidad de un pequeño ser es algo muy serio, no debe tomarse a la ligera, la responsabilidad social que conlleva ser un agente de cambio e influenciar, como dijeran los griegos, en la virtud.
Debe tomarse como un apostolado buscando las técnicas y los métodos con que quizás dejemos las mejores huellas en las almas y corazones de los estudiantes, huellas mas no cicatrices, con amor, con amistad, con afecto sincero por y para con los niños y adolescentes que están esperando por respeto y comprensión; es el maestro quien determina con su ingenio y humor diario el ambiente en el aula, es él quien puede hacerle la vida feliz o miserable a sus estudiantes, en definitiva, la calidad de las relaciones humanas serán o no el catalizador para hacer que se dé un ambiente adecuado  para la enseñanza y el aprendizaje.
El modelo de docente necesario es aquel que se oriente por el respeto y el afecto fraterno hacia las vidas que le han sido confiadas, que tenga claro que la información científica que posee está hoy al alcance de un clic, pero que la verdadera educación en valores y relaciones humanas para la vida es la que realmente importa dentro y fuera del aula.

 Bibliografía
García, E. E. (2008). ). Afecto en la educación. Completud y no complementareidad. Líneas psicopedagógicas para pensar la prevención del fracaso escolar. Obtenido de Fundación Dialnet: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2565924
García, M. (Mayo de 2005). Análisis cualitativo del discurso de estudiantes chilenos. Obtenido de Psyke: http://dx.doi.org/10.4067/S0718-22282005000100013
González, E. (s.f.). Educar en la afectividad. Obtenido de Universidad Complutense de Madrid: http://es.scribd.com/doc/90868276/12-Educar-en-La-Afectividad#scribd
Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22. ed.). Obtenido de http://www.rae.es/rae.html



lunes, 16 de marzo de 2015

EL BULLYING, ¿QUÉ ES EN REALIDAD?




  Por: Alexandra Petrovic J.      
 El maltrato y abuso escolar no son una realidad nueva, sin embargo, siempre fueron vistos como algo normal a pesar de las marcas emocionales que dejaron en los adultos de hoy, haciéndolos temerosos, inseguros, intolerantes y con dificultad para relacionarse con otras personas todo a causa de esa manera de diversión a costa de los demás, que bien vale la pena revisar y que de un tiempo para acá se le ha puesto en la mira y ha sido objeto de estudio de la psicopedagogía arrojando resultados sorprendentes, pues es más común y dañino de lo que se había pensado.
Las sociedades actuales parecen haber asumido como común las explosiones de violencia, la burla hacia los demás, el maltrato familiar e incluso la muerte trágica del ser humano a manos de otro, los medios de comunicación en parte han dado rienda suelta promoviendo muchas de estas formas de terror haciéndose tan habituales que ya es cotidiano tomar el periódico y ver en primera plana la fotografía morbosa de una víctima de la violencia delincuencial del tamaño de la página completa y a todo color con titulares como “Lo mataron por choro” o “Le cobraron la cuenta”, esta realidad social ha invadido los recintos escolares con tanta fuerza que el tema del bullying ha pasado a estar de moda, por lo que se pretenderá aclarar a lo largo de este ensayo el concepto de bullying, así como algunas de sus implicaciones sociales a fin de concientizar a la comunidad escolar de la presencia silenciosa y latente de esta problemática.
       Algunos tienden a separar el concepto de “Bullying” del de “Acoso escolar” o “Matonaje”, sin embargo, en esencia son lo mismo. La expresión bullying proviene del vocablo anglosajón bully que significa peleón o el que mantiene conductas intimidantes y amenazantes que pueden basarse en el irrespeto e intolerancia a la diversidad racial, social, religiosa y de pensamiento.
       Alberto Trautmann (Trautmann, 2008) [1], pediatra del Hospital Militar de Santiago de Chile,  define el bullying como “…un comportamiento agresivo que implica tres aspectos: desbalance de poder… directo, indirecto o relacional… mediante la exclusión social…(y) el cyberbullying… que se hace bajo anonimato por internet…”, como se ve, el acoso tiene varias implicaciones y ataca desde múltiples ángulos, es una expresión de violencia con mucho poder que podría llamarse hostigamiento, maltrato o acoso, incluso en un lenguaje muy venezolano “chalequeo”, pero que finalmente persigue al más débil, como sigue diciendo Trautmann, “escogido y no al azar” con toda la intención de causarle daño bien sea físico o emocional, siendo  generalmente ambos, pues emplea la intimidación, la humillación, los gestos, esparcir rumores, hacer ciertos comentarios, ocultamiento de objetos, publicar fotografías y videos burlescos, intimidatorios y ofensivos, e incluso hacer que terceros, los espectadores que en un comienzo no eran parte de la situación, se unan a su juego, casi siempre la victima está expuesta a estos maltratos durante largos períodos de tiempo lo que suscita en muchas ocasiones rebeldía, bajo rendimiento escolar, disminución del autoestima, estados de ansiedad, cuadros depresivos, estrés postraumático, ausentismo escolar, trastornos graves de la personalidad, e incluso el suicidio.
       Habitualmente, el bullying no es fácilmente detectable porque se toma como algo inofensivo, como cosas de muchachos con sus juegos y bromas, pues se suele decir que en las escuelas y liceos no existe realmente acoso escolar o maltrato sino un simple chalequeo (Misle & Pereira, 2010)[2] y que no causa un real daño, se está acostumbrado a abordar como bullying solo a aquellos casos que implican acoso sexual o maltrato físico grave y reiterado olvidando que la violencia es violencia sea como sea que ésta se presente mientras que la xenofobia, la incitación al odio y la apología del terror a grupos minoritarios como los pertenecientes a una religión en particular, condición socioeconómica, o inclinación sexual siguen siendo ignoradas. Para la Profesora Miriam [3]Abramovay (Marin Gonzalez, 2015), vice coordinadora del observatorio sobre violencia en las escuelas de Brasil, la idea de que la escuela debería ser un lugar que proporcione seguridad no es del todo cierta, el fenómeno del acoso se caracteriza por la presencia de un dominado y un dominante, uno ejerce poder y el otro se somete, este escenario está latente en cada Institución Educativa del planeta y Venezuela no escapa de ella.
       Los términos agresividad y violencia se utilizan comúnmente cómo sinónimos, sin embargo desde el punto de vista científico la agresividad se refiere a las tendencias impulsivas entre pares derivadas de sentimientos de frustración o insatisfacción, mientras que violencia se usa para designar a una conducta que dirige a esas tendencias impulsivas, es decir, que la agresividad puede ser un acto, un impulso entre las dos partes involucradas pero la violencia es aquella que dirige una serie de estos actos, no uno solo. El origen de las conductas agresivas casi siempre se centra en un conflicto que se quiere resolver por medio de un acto agresivo, la violencia trasciende al acto agresivo y a su objetivo de resolver un conflicto, incluso puede darse entre individuos que no se conocen ni tienen ninguna clase de problema, sino que se da por el solo hecho de disfrutar del dolor ajeno, como diversión; también se caracteriza por darse en desigualdad de condiciones, en donde el agresor es el dominante y está en mejor capacidad de atacar y aislar a la víctima, o como diríamos en criollo, el abusador se siente guapo y apoyado y se divierte causándole daño gratuito a su víctima.
       El acosador hace uso del poder para obtener respeto, popularidad y control sobre el grupo mostrándose así como el más fuerte, es casi siempre impulsivo, se revela ante las reglas, desafía a la autoridad, demuestra baja tolerancia y una actitud positiva hacia la violencia, no le importa el dolor del otro, crea conflictos donde no los hay, refuerza su poder con el apoyo obtenido del grupo gracias al poder y es presa fácil para la delincuencia, el uso de armas y el consumo de drogas.
       Estos individuos, en la mayoría de los casos, provienen de familias disfuncionales, entendiendo estas cómo las que están conformadas por padres separados, familiares abusivos, maltratadores y con vicios, grupos poco cohesionados, con castigos crueles e inconsistentes, padres permisivos y aduladores, o acosadores sexuales.
Cabría la pregunta: ¿Qué hacer entonces como docentes? en las bases filosóficas de la educación, el ideal de mentoría (Albanaes, S., & Marucia, 2015)[4], está presente el aspecto relacional recíproco, desde la antigüedad se manejaba el concepto del aprendizaje y la enseñanza gracias a una relación de mentoría de la cual los religiosos y pensadores de varias culturas hablaron teniendo como objetivo principal ser parte del crecimiento del espíritu y del alma del estudiante, una visión claramente clásica de la relación ideal entre maestro y discípulo en la educación de la virtud, pero también una visión que se ha venido perdiendo gracias a múltiples factores entre los que podrían mencionarse el ritmo vertiginoso al que se está sometido a diario, una sociedad cambiante que valora más lo material que lo espiritual, una generación con nuevos intereses distintos a los de sus generaciones predecesoras; sin embargo muy a pesar de esto, las voces, como en la antigüedad clásica, se escuchan alzadas haciendo un llamado de atención a volver a los rudimentos del afecto y el amor fraternal durante las diferentes etapas del proceso de enseñanza aprendizaje, pues es necesaria una escuela para aprender a vivir, a compartir y a comunicarse, si queremos una sociedad sana hemos de tener entonces una escuela sana, y el comienzo se encuentra en saber identificar con claridad los focos de bullying que pudieran presentarse sin minimizar su importancia.





[1] Trautmann, A. (Febrero de 2008). Maltrato entre pares o “bullying”. Una visión actual. Vol. 79, N| 1. En: Revista chilena de pediatría.
[2] Misle, Oscar; Fernando Pereira. (2010). Acoso Escolar: ¿Qué hacer? Ediciones El Papagayo, Caracas.
[3] Marin Gonzalez, Lenida. (2015). Ministerio Público. En: www.mp.gov.ve/web/guest/boletin Venezuela.
[4] Albanaes, Patricia; Frederico Marquez de S; Marucia Patta. (2015). Programas de tutoría y mentoría en universidades brasileñas: Un estudio bibliométrico. Dialnet, Revista de Psicología, Vol. 33 N° 1. Brasil.


domingo, 15 de marzo de 2015

TUTORIAL NORMAS APA 6TA EDICIÓN



LES DEJO ESTE TUTORIAL SOBRE COMO COLOCAR LAS NORMAS APA A UN DOCUMENTO MONOGRÁFICO, ESPERO SEA DE UTILIDAD.




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